Su cara lo hace distinto y él sólo quiere ser uno más. Camina siempre mirando al suelo, la cabeza gacha y el flequillo tratando en vano de esconder su rostro, pero aun así es objeto de miradas furtivas, susurros ahogados y codazos de asombro. August sale poco, su vida transcurre entre las acogedoras paredes de su casa, la compañía de su familia, su perra Daisy y las increíbles historietas de La guerra de las galaxias.
Este año todo va a cambiar, porque este año va a ir, por primera vez, a la escuela. Allí aprenderá la lección más importante de su vida, la que no se enseña en las aulas ni en los libros de texto: crecer en la adversidad, aceptarse tal como es, sonreír a los días grises y saber que, al final, siempre encontrará una mano amiga.
Un libro que fui leyendo un poco cada noche -por motivos de tiempo- pero que hubiera leído de un tirón de haberlo podido hacer.
Resulta fácil, luego de empezado, "meterse" en la familia y sentirse amiga de August, de los suyos.
Ríes con ellos y sufres con ellos...
Muy ameno, emotivo, delicioso, tierno! Y...con muchas enseñanzas!
Se necesita mucha reflexión -pienso-, mucha revisión, para caer en la cuenta que todos, cada día podemos actuar -de una u otra forma, en más o en menos- como los personajes que en la historia nos caen mal, por su comportamiento.
Una frase que quiero resaltar del libro y que creo expresa mucho sobre ésto es: "A veces no hace falta que uno quiera hacerle daño a alguien, para hacerle daño."
Y es , a su vez, un libro muy motivador para ayudarnos al cambio, a "vencer al mundo".
Creo que voy a extrañar su lectura...
Lo recomiendo!!
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