miércoles, 31 de mayo de 2017

No te detengas - De: Walt Whitman

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tú puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros "poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas...


Reflexión del día: Con Jaime Barylko


lunes, 15 de mayo de 2017

Reflexionando con Juanma Quelle



En este lado del mundo la economía ya es más importante que la salud. El principal objetivo de los gobiernos ya no son las personas, sino situar a sus países entre las primeras economías mundiales. En este lado del mundo nos mostramos incapaces de alcanzar un acuerdo que frene el cambio climático, la sobreexplotación de los recursos naturales o la contaminación, aunque esto nos pueda costar el planeta. En este lado del mundo apostamos por un modelo de desarrollo basado en un consumismo insostenible y absurdo. Tan absurdo que muchas de las cosas que compras están fabricadas para que no duren y las tengas que volver a comprar.  Un lado del mundo donde si algo se estropea se desecha sin intentar repararlo, vivimos inmersos en una espiral de usar y tirar que también alcanza empleos, amistades o amores. En este lado del mundo, mientras el PIB de un país siga creciendo, no parece importante que lo haga a costa de convertir a la sociedad que lo compone en una fábrica de producir infelicidad. 

Confieso que me asombra y preocupa al mismo tiempo que, en 2016 y por tercer año consecutivo, la pregunta ¿cómo ser feliz? haya vuelto a ser la frase más buscada en Google en España. 

No, definitivamente en este lado del mundo no somos tan felices como cabría esperar. Nada extraño por otro lado, si tenemos en cuenta que nadie nos enseñó a serlo. Nuestros padres nos enseñaron valores, ética y reglas de urbanidad, también todo aquello que ellos consideraban correcto: a comer con la mano derecha -aunque fueras zurdo- a saludar al entrar y salir de los sitios, a respetar a los mayores y a ayudar a quien lo necesitara. A ser buenas personas, limpias y muy trabajadoras. En el colegio completaban nuestra formación con historia, literatura, matemáticas, lenguaje y una larga lista de asignaturas más. La mayoría de nosotros después de clase aprendimos música, idiomas o disciplinas deportivas. Más tarde llegaron las carreras universitarias y másteres o post grados. Durante todo ese proceso de aprendizaje, nuestro entorno nos animaba a seguir adelante, a que obtuviéramos las mejores calificaciones, a ser los mejores, pero nadie, nadie que yo recuerde nos enseñó a ser felices. Nos prepararon para enfrentarnos al mundo – y lo siguen haciendo-  obviando lo más importante, que si no logramos ser felices no seremos nada, porque cuando alguien no se siente feliz, todo lo demás carece de sentido. 

Nadie que haya sido educado en los últimos cincuenta años confunde las matemáticas con la historia, ni lo que está bien con lo que no lo está. Fuimos y somos entrenados para reconocer las diferencias fundamentales y por muy poco aplicados que fuéramos entonces, algo de todo aquel aprendizaje caló en cada uno de nosotros. Quizá si nos hubieran enseñado también a ser felices hoy estaríamos preparados para encontrar el camino de la felicidad sin ayuda de Google. Seríamos capaces de elegir sin equivocarnos entre las múltiples opciones que nos ofrece la vida y elegir la correcta, la que más felicidad nos reporte a medio y largo plazo.

Sin embargo, en este lado del mundo es cada vez más frecuente que la gente confunda la felicidad con el dinero, o crea haber alcanzado la plenitud cuando le sonríe el éxito. Sin darse cuenta de que si lo que quieren es dinero, no buscan ser felices, buscan ser ricos y aunque eso no tenga nada de malo, no ofrece ninguna garantía de alcanzar la felicidad. Lo mismo sucede con el éxito profesional. Cuantos de nosotros/as hemos sacrificado gran parte de nuestra vida personal o familiar persiguiendo el éxito profesional como si se tratara de la panacea, luchando por ser el mejor, por llegar a lo más alto, para darse cuenta en algún lugar del camino de que esa batalla no se puede ganar, sencillamente porque nunca termina. Por mucho que te esfuerces siempre batirán tus marcas. Un buen ejemplo es el deporte de élite, donde a pesar de que las marcas actuales parecen inalcanzables se baten records mundiales todos los años, pasó el año pasado y volverá a suceder el próximo, así de simple y así de implacable. Por lo que, si aún no han batido tus marcas mira hacia atrás porque lo más probable es que el encargado de hacerlo esté estudiando secundaria. Resumiendo, que de poco sirve aferrarse al sillón y a las viejas creencias, el relevo generacional es síntoma de evolución, además de ley de vida, así que procura no poner en ese cesto más huevos que los imprescindibles.

En este lado del mundo estamos obligados a competir. Obligados porque la competencia, esa que todo lo impregna en el ámbito laboral y en cada vez más aspectos de la vida, no está en nuestra naturaleza. Por eso nos produce importantes dosis de estrés y ansiedad. Los seres humanos llevamos en nuestro ADN el gen de la cooperación, aunque muchos parezcan haberlo olvidado. ¿Quién no recuerda que de niño el mayor afán cuando terminabas un trabajo antes que el resto, era ayudar a tus compañeros a terminar los suyos? Nuestro instinto natural es el de la cooperación. Sin embargo, pocos años después nos vemos envueltos en una dinámica de competencia insana, ya que para ser el mejor en algo necesariamente los demás tienen que ser peores que tú y eso es en esencia una perversión. Lo más triste de todo es que dedicamos a esta frenética carrera la mayor parte de nuestro tiempo y energía como adultos sin darnos cuenta de que en nuestro desarrollo personal o profesional lo que de verdad importa no es crecer, si no hacia dónde. 

Salvo que hayas venido a este mundo expresamente para ser cerrajero, informático o directiva de banca. Lo más probable es que estés aquí para ser feliz y que aún no hayas podido dedicarte conscientemente a ello. Mi propuesta es crecer hacia la felicidad, por la misma razón por la que los árboles lo hacen hacia el sol, sencillamente porque lo necesitan. En mi opinión la verdadera inteligencia de una persona la determina su capacidad para ser feliz. De hecho, es la capacidad para ser feliz y no la preparación, la que determina la plenitud de una vida. 
                                                                   Juanma Quelle

lunes, 8 de mayo de 2017

Faros que iluminan mi camino cumple tres años









                                                                Walter Dresel

La educación es el factor fundamental para instalar creencias, modelos o paradigmas con los cuales los seres humanos nos manejamos en la vida. Enseñar a extender la mano a quien por distintas circunstancias lo está necesitando, es un ejercicio no solo muy estimulante, sino que fomenta la calidez y la solidaridad. En un mundo donde el individualismo cada vez crece más y no importa lo que le sucede a quien está a nuestro lado, es una tarea de todos aportar nuestra voluntad y la disposición a detenernos para saber que le sucede a quienes comparten nuestra vida o nuestro trabajo cotidiano.

Ferran Ramon-Cortés

Vivimos en una sociedad que bajo mi punto de vista se está individualizando. Al lado de iniciativas solidarias encomiables, la gran mayoría de personas viven pensando en ellas mismas y en su bienestar. Los países cierran fronteras para no tener que atender a inmigrantes que puedan poner en peligro sus privilegios, sin pensar ni de dónde vienen (países en guerra) ni qué necesidades tienen (las más básicas).
Creo que tenemos que poner el acento en la solidaridad, y en la abolición de fronteras. Internet ha juntado un mundo que la sociedad y los políticos quieren mantener dividido. El mundo es uno y la humanidad somos todos. Tenemos que luchar contra las políticas racistas, aislacionistas y egoístas, y tomar más consciencia de que lo que ocurre en cualquier rincón del planeta también es nuestro problema.


Francesc Torralba

Deberíamos superar todo tipo de prejuicios y tópicos que nos separan unos de otros. Deberíamos hallar esos elementos comunes que nos unen más allá de los credos, de las opciones políticas y de los sistemas de valores. Deberíamos tomar consciencia de la desgracia ajena y practicar la empatía.


Francesc Assens

Estamos en una época de cambio, un nuevo paradigma y  ya nada volverá a ser como antes, por lo que tenemos que adaptarnos a este cambio si queremos seguir disfrutando de la vida.
Tendremos que acostumbrarnos  a un horario laboral más corto, trabajar por nuestra cuenta, ganar menos, vivir con menos, reinventarnos profesionalmente, sabernos vender, conocernos mejor, relacionarnos mejor a nivel personal y en el trabajo, saber comunicar nuestras ideas, aprovechar el  tiempo libre, y así ser felices, sentirnos en paz y disfrutar de una vida con sentido.


Francisco Carzoglio

Para recibir los frutos de una buena vida, el acento debe estar puesto en el trabajo personal, en la mirada constante sobre uno mismo y sobre aquellos aspectos que, tal vez sin ser del todo conscientes, impactan en los resultados negativos que ninguno de nosotros quiere. Por ejemplo: una persona puede estar honestamente interesada en reducir su aporte de contaminación en la atmósfera del planeta. Su deseo es genuino y su sentimiento también. Pero a lo mejor no repara en el hecho que su dieta, por el tipo de alimentos que consume, es uno de los principales contaminantes del medio ambiente. Su intención de querer el bien es muy apreciable, pero los medios que pone en marcha no son suficientes como para lograr el cambio. Debemos por tanto mirar siempre hacia dentro, observando cómo lo que hacemos repercute en los demás, en el mundo y principalmente en nosotros mismos. Y la mejor forma de hacerlo, es observar si los resultados que estamos obteniendo son acordes a lo que deseamos. Si lo son, podemos continuar por la misma senda. Si no lo son, es una excelente oportunidad para ver qué podemos cambiar que esté en nuestras manos (no sirve querer que cambien los demás, porque todos están queriendo que cambie el mundo exterior) y analizar si las nuevas acciones nos llevan a nuevos resultados.



Walter Dresel

La soledad es intrínseca y no se vincula a los medios de comunicación. Se puede estar muy informado y a la vez muy interesado en saber lo que sucede en los distintos ámbitos de la información y sin embargo tener un sentimiento de soledad muy profundo. Existe la soledad impuesta ya sea por una pérdida o por una ruptura afectiva a modo de ejemplo, y también está la soledad elegida que es el ámbito más propicio para el diálogo interno y para tomar un café con uno mismo y definir lo que queremos para nuestra vida. También existe cada vez más la soledad en compañía. Esta situación en particular es muy triste ya que ese hombre o esa mujer no están solos físicamente, sin embargo desde el punto de vista espiritual perciben que están absolutamente solos.

Ferran Ramon-Cortés

Los medios nos han conectado. Pero no nos han acercado. Esta hiperconexión de todos con todos nos mantiene en una ilusión de pertenencia que es falsa, y encima dedicamos tantas horas a ello, que las sacamos del contacto personal. Sentimos soledad por ausencia de relaciones personales profundas, y mi sensación es que tenemos muchas más relaciones, pero más débiles. Tenemos que volver a recuperar las relaciones profundas, que no serán muchas pero que las necesitamos. Relaciones en las que podamos compartir nuestros sentimientos y nuestras angustias, también nuestras alegrías y triunfos. Que las tenemos muy cerca pero las desatendemos. Si no cuidamos a padres, hijos, hermanos, amigos íntimos, vecinos… un día no estarán. Y nos sentiremos solos por más amigos virtuales que tengamos. Tenemos que ordenar nuestras relaciones y cuidar las que verdaderamente nos importan. Porque a base de querer abarcarlas todas, vamos a perder las más auténticas.

Francesc Torralba

La soledad es una noción de carácter emocional. Uno puede estar muy bien informado y, sin embargo, experimentar la soledad. La soledad es la ausencia de un ser amado, la experiencia del vacío. El antídoto a la soledad no es la información; es la comunidad. La comunidad no es la masa. Se funda en la mutua benevolencia y en el reconocimiento.


Francesc Assens

La soledad no es una sensación incómoda cuando la deseas. Se convierte en problema cuando debido a esta hiperactividad y estrés que estamos viviendo nos hace más egoístas, y más infelices provocándonos una terrible  sensación de soledad. Es preciso realizar un ejercicio de autoconocimiento, saber cuáles son nuestras fortalezas y nuestras debilidades actuales y aprovechar nuestras cualidades para adaptarnos al cambio. Aceptando la nueva situación, nos hará ser de nuevo felices y tener ganas de compartir nuestro tiempo  con los demás.

Francisco Carzoglio

Los medios de comunicación no resuelven el problema de fondo, simplemente lo dejan en evidencia. Las redes sociales son la radiografía perfecta de la necesidad de las personas de sentirse valoradas, de que las escuchen, de que alguien (aunque sea una persona en el mundo) se dé cuenta que están allí. Parecería que cuanto más utilizamos las redes sociales, más mostramos síntomas de soledad y de desconexión con nuestra propia esencia. Así lo indican algunos informes al menos. Lo único que se ha modificado en los medios es el acceso, pero el síntoma de fondo, la soledad que viven muchas personas fruto de no estar siendo lo que desean ser, no puede ser encomendado a los medios. El medio idóneo y efectivo es la auto indagación, el ir hacia adentro una y otra vez para conectar con aquello que tenga sentido para nosotros y una vez encontrado, comprometernos a vivir una vida acorde a ello. Si somos artistas, ¿por qué no dedicarnos a ello? Si nos gusta el campo, ¿por qué no tomar la decisión de salir de la ciudad? Son nuestras creencias no cuestionadas y que damos por válidas como verdades universales, las que nos atan a una vida monótona, sin preguntarnos: “¿esto es lo que yo verdaderamente quiero?” Los medios dejan en evidencia la ausencia de esa tan esencial pero incómoda pregunta.



Walter Dresel

Si partimos de la premisa de que nadie puede dar aquello que no posee, para llegar a estar más unidos y ser a la vez más solidarios y aprender a tener una escucha empática hacia los demás, la primera tarea será personal. Esto significa que debemos poner en orden nuestra casa interna, nuestro yo, nuestro ser interior, para sanar heridas que quizá arrastramos desde muchos años atrás y que nos bloquean y no nos permiten abrirnos a las necesidades de los demás. Una vez que nos conocemos en profundidad, que mejoramos el nivel de nuestra autoestima, y que definimos hacia dónde vamos en la vida, estaremos en inmejorables condiciones para comunicarnos con fluidez y a la vez ser receptores y actores de la construcción de un mundo mejor.




Ferran Ramon-Cortés

El mayor estudio sobre felicidad que se ha realizado en el mundo (con el seguimiento de más de 800 personas durante 75 años) arroja una conclusión reveladora: ni el dinero, ni el éxito, ni el poder tienen nada que ver con la felicidad. Sólo hay un factor que nos hace más longevos y más felices: la calidad de nuestras relaciones. Cuidémoslas pues, más y mejor. Con mayor empatía, más aceptación y más profundidad. Conscientes de que vamos a tener que elegir, pero al mismo tiempo abiertos a que unas entren y otras salgan. Nos jugamos nuestra felicidad y una parte de nuestra salud con nuestras relaciones: pongámonos pues a ello. Con una mirada puesta en el otro, no en nosotros; en lo que el otro necesita, no en lo que nosotros queremos; acompañando al otro, no exigiendo atención. Si mimamos nuestras relaciones, nos irá mejor. Y construiremos una sociedad mejor.


Francesc Torralba

Para mejorar como colectividad resulta esencial combatir la globalización de la indiferencia. La indiferencia es el verdadero mal. Es un mecanismo de defensa, un modo de huir del otro para amurallarse en el propio mundo. Cuando nos abrimos al otro, experimentamos nuestra vulnerabilidad, sentimos que perdemos el control, que estamos a la intemperie. Se debe transitar de la indiferencia respecto al otro a la deferencia frente al otro.


Francesc Assens

La felicidad no es tener todo lo que queremos sino querer todo lo que tenemos.  Para poder hacer felices a los demás primero tenemos que conseguir ser felices nosotros mismos. Aceptar las emociones negativas pero intentar captar todas las emociones positivas que tenemos a lo largo del día, que son muchas más y la mayoría de las veces no sabemos apreciarlas. Relacionarnos con los demás, meditar, aplicar la gratitud, el reconocimiento y aprender a compartir con los demás. Como decía la Madre Teresa de Calcuta, “que nadie se acerque a ti, sin que cuando se vaya sea un poco más feliz”. 


Francisco Carzoglio

Uno de los más graves gérmenes del sufrimiento de las personas es, sorprendentemente, el nivel de certeza con el que viven. Al creer que las cosas son como les parece que deberían ser, su expectativa choca frontalmente con la cruda realidad, generando un nivel de tensión y frustración que difícilmente pueden sortear. Curiosamente, en lugar de replantear si el mapa que hemos trazado ha sido el correcto, volvemos a intentar transitar por los mismos senderos, obteniendo los mismos resultados y por tanto, las mismas frustraciones. Sólo cuando somos capaces de vivir en una actitud permanente de incerteza (de no saber si las cosas que percibimos son tal como las vemos, sino que podrían ser diferentes) allí podemos abrirnos a nuevas alternativas que nos permitan ser más libres, accediendo a nuevas posibilidades. 



lunes, 1 de mayo de 2017

Reflexión del día: Con José Enrique Rodó


José Enrique Rodó

CENTENARIO DE UN PENSADOR

Un centenario que interpela la actualidad
Mañana se cumplen 100 años de la muerte del escritor José Enrique Rodó.


José Enrique Rodó
FERNÁN CISNERO -  30 abr 2017

Murió a los 46 años, una edad que parece contradecir esa figura señorial y estatuaria de anciano sabio con la que es recordado. Es que, en ese corto tiempo para una vida, José Enrique Rodó dejó una obra profunda que marcó no sólo la cultura y el pensamiento latinoamericano, sino que mantiene un alcance mundial que siempre tiende a renovarse.

Mañana se cumplen 100 años de su muerte —ocurrida lejos de casa, en Palermo, Italia— y la celebración encuentra al mundo recordando y reclamando sus ideas. Un congreso rodoniano, que se realiza en julio, convocará a académicos de todo el mundo a Montevideo a discutir su obra, y el martes el Poder Legislativo en pleno le rendirá homenaje. Y está andando un concurso literario sobre su figura con un premio de 5.000 dólares.

Muchas de esas actividades son organizadas por la Sociedad Rodoniana, una institución fundada en 2009 que tiene 60 miembros, entre ellos dos expresidentes: Julio María Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle.

"Rodó tiene una enorme vigencia", dice Hugo Manini Ríos, presidente de la Sociedad Rodoniana. "Uno de los participantes del Congreso es catedrático de la Universidad de Cornell y sostiene que en Estados Unidos hay una corriente neoarielista que ve en Rodó la reacción contra el consumismo y materialismo del mundo posmoderno". Un movimiento similar, dice Manini Ríos, está creciendo en Chile.

No es la primera vez que eso sucede. "El Ariel señaló el punto de partida de la movilización de las juventudes en el siglo XX", escribió alguna vez el filósofo y teólogo uruguayo Alberto Methol Ferré. Ariel fue un best seller inspirador y revolucionario con una influencia hoy impensada en un libro.

Rodó fue una figura clave de su tiempo. Nació en Montevideo, el 15 de julio de 1871, fue periodista, y desde muy joven empezó a difundir ideas que enfrentaban al establishment de fines del siglo XIX. En 1900 (¡con 28 años!) escribió Ariel, del que aún hoy hay reediciones en todo el mundo. En el congreso rodoniano de julio estará Yu Shiyang, quien lo está traduciendo al chino.

"El Ariel es un discurso a la juventud latinoamericana, a la juventud estudiosa, universitaria, latinoamericana", escribió, en 1988, Methol Ferré. Para Rodó, la juventud era el motor de los cambios en la sociedad.

En su ideas hay una lucha contra el materialismo decimonónico, una vocación latinoamericanista propia del modernismo de comienzos del siglo XX y un rechazo fermental a la vulgaridad y a la sociedad de masas, en una corriente de pensamiento que quedó reflejada en una obra que, además, alcanzaba grandes logros literarios.

Sus textos parecen interpelar tiempos como los actuales. "El pensamiento de Rodó sigue vigente en el mensaje de cada generación", dice Manini Ríos. "Cada generación no puede pasivamente absorber lo que le ofrece el mundo. Para Rodó la juventud es la esperanza, la fe y la alegría".

Sin embargo, su obra ha desaparecido de los textos de estudio, una situación que podría estar en proceso de cambio.

"En Uruguay después de la década de 1970 se había olvidado a Rodó que estaba empolvado, mantenía su nombre en el nomenclator pero estaba dejado de lado por los programas de enseñanza", dice Manini Ríos. Una serie de reuniones entre autoridades de la educación y la Sociedad Rodoniana podría intentar cambiar eso.

Siempre se está a tiempo para ideas como las de Rodó, por lo visto, tan modernas a pesar de tener más de 100 años.

De todo para recordar a una figura intelectual.

El martes 2 está convocada la Asamblea General para una sesión solemne en homenaje a Rodó, la primera actividad de una semana llena de recuerdos rodonianos. El martes 3, el rector de la Universidad de la Republica, Roberto Markarian, inaugurará el Coloquio José Enrique Rodó a los 100 años de su desaparición física, dos días en que los principales académicos nacionales debatirán su obra. El jueves, mientras tanto, la Organización de Estados Americanos realiza en Washington una Sesión especial del Consejo Permanente en homenaje a Rodó.

Y uno de los puntos altos del año dedicado a Rodó ocurrirá el 24, 25 y 26 de julio cuando se realice el Congreso Internacional Rodoniano Cien años del pensamiento de José Enrique Rodó en el Mundo con académicos de Alemania, Francia, Italia, Gran Bretaña, España, Estados Unidos, México, Paraguay, Perú, Ecuador, Argentina, China y Brasil.


Extraído de: http://www.elpais.com.uy/divertite/arte-y-exposiciones/centenario-que-interpela-actualidad.html