miércoles, 30 de julio de 2014

Conectar con los más pequeños




FERRAN RAMON-CORTES 

A menudo hablamos a los niños como si fueran adultos. Error. Hay que cambiar el código. Sustituir la explicación conceptual por la narración simbólica, por cuentos e historias. Echarle imaginación. Es eficaz y estimulante.

Cuando mi hija empezaba a leer, un día, libro en mano, me preguntó:
-Papá, ¿qué es generoso?
Se lo intenté explicar lo mejor que pude. Le conté que ser generoso consiste en dar a los demás, en compartir las cosas, en no quererlo todo para ti…
-¿Lo has entendido? -le pregunté.
Al tiempo que corría por el pasillo hacia su habitación, oí que me contestaba:
-Creo que sí.
Pasaron algunas semanas, y una tarde me volvió a preguntar:
-Papá, ¿qué era lo de generoso?
Batalla perdida, pensé. Quizá lo había entendido en su momento, pero evidentemente no lo había interiorizado, y por ello ya no lo recordaba. Probé con otra estrategia: en lugar de insistir con mis explicaciones, le conté una historia. Un ejemplo de generosidad de una persona muy cercana a ella: su abuela. Escuchó atentamente mi relato con los ojos abiertos como platos y con una gran sonrisa en sus labios. Yo noté que esta vez algo se estaba moviendo dentro de ella.


"Cuando explicamos historias a los niños, además de enseñarles algún concepto, establecemos un fuerte vínculo afectivo"

Algunos meses más tarde, volviendo de la escuela me dijo:
-¿Sabes, papá?, hoy en el cole hemos hablado de lo de ser generoso. Y yo les he dicho: "Como mi abuela".
Ahora estaba seguro: no sólo lo había entendido, sino que probablemente lo recordaría para siempre.

Conectando con los niños.

"La distancia más corta entre el hombre y la verdad es un cuento"
(Anthony de Mello)

Como adultos, estamos acostumbrados a comunicarnos mediante explicaciones conceptuales. Un código de comunicación que compartimos y que permite que nos entendamos perfectamente entre nosotros. Lo utilizamos cuando nos comunicamos entre adultos y, por extensión, lo utilizamos también con los niños. Pero la mente infantil es poco receptiva a este código. A los niños les cuesta entrar en el significado de los conceptos, y aunque los pueden entender, difícilmente los recuerdan por mucho tiempo. Las explicaciones conceptuales calan muy poco en sus mentes infantiles, y les llegan muy poco. Por eso nos parece que tenemos que repetirles doscientas veces las cosas para que las asimilen, cuando lo que ocurre es que no les interesa lo que les contamos. Y es que sin darnos cuenta, les hablamos en un código de adultos que los adultos entienden y comparten, pero que a ellos les es completamente ajeno.
Pero comunicarnos con los más pequeños no es difícil. Exige solamente un cambio de código. Hemos de abandonar las explicaciones conceptuales y cambiarlas por la narración simbólica, es decir, las historias, los cuentos, las metáforas, las vivencias, o cualquier otro recurso narrativo que se nos ocurra.
Podemos explicarle a un niño veinte veces la necesidad de comer verduras. Ni le interesará ni lo comprenderá realmente. Pero una buena historia, con un héroe alimentado de verduras (al más puro estilo de Popeye y sus espinacas), le transmitirá perfectamente la idea, y no lo olvidará fácilmente.

El poder de las historias
"La mente es una criatura metafórica" (Michael A. Arbib)

La mente de los niños es especialmente sensible a la fantasía. Y lo que es más importante, como son muy listos, son perfectamente capaces de conectar esta fantasía a su vida real aprendiendo de las historias.
Las historias comunican mucho más que las meras explicaciones. En primer lugar, porque el niño las visualiza, las imagina, las vive. Las hace suyas, atesorándolas y fijándolas en la memoria. En segundo lugar, porque conectan con sus experiencias y con todo lo que ocurre a su alrededor. El niño le da significado a la historia estableciendo precisos paralelismos con su vida. Las historias conectan con vivencias y realidades que son únicas e individuales de cada niño que las recibe. Y en tercer lugar, porque las historias mueven emociones, cosa que difícilmente hace una mera explicación. Mover sentimientos es una clave esencial para fijar el recuerdo. No sólo en los niños, también en los adultos, las cosas que sólo se entienden, se olvidan. Las que además se sienten, se recuerdan para siempre.

Cómo educar y transmitir valores

"Los cuentos son para los niños una parábola de la vida"
(doctor Eduard Estivill)

Los niños se encuentran inmersos en pleno proceso de desarrollo de su personalidad. Es un momento crucial para que entiendan el significado de determinados valores y para que den sentido a sus comportamientos. Es una etapa en la que necesitan información y quieren comprender el significado de muchas cosas que ocurren a su alrededor. Nosotros, como adultos, también nos vemos en la necesidad de explicarles muchas cosas que no son fáciles de explicar.
La separación de los padres de un amigo, la llegada al mundo de un nuevo hermano, un compañero de clase que viene de un país lejano y no habla nuestro idioma, la muerte de un abuelo… Hay mil cosas que vamos a tener que explicar a los niños porque son situaciones que ya están viviendo o que un día les tocará vivir.
A veces no sabemos ni cómo ponernos a ello. Sin embargo, es mucho más fácil de lo que parece. Tenemos que atender a su lógica. Los niños son extremadamente listos. Y tienen una lógica aplastante. El primer día que fuimos a esquiar, mi hijo de cuatro años andaba buscando la teledel telesilla: "¿Los telesillas no son sillas con tele?", me preguntó.
No caiga en la tentación de explicarle que tele significa lejos, que televisión es una visión remota o que telesilla son sillas que te permiten cubrir una cierta distancia. Conecte con su lógica y métase de lleno en su fantasía. Es usted quien ha de ir a su mundo, no traerlos a ellos al nuestro… Todavía…
Nos basta con buscar, o inventar, una buena historia. Una historia que haga que el niño se meta en la situación que le queremos contar. Que la viva en su imaginación y la llene de fantasía. Si lo hacemos así, nos daremos cuenta de que las preguntas vienen solas e inmediatamente al término de nuestro relato, prueba de que la historia ha despertado en el niño lo que tenía que despertar.
Van a continuación tres estrategias para conseguir de los niños lo que tanto nos cuesta aplicando nuestro esquema:

Cuentos para transmitir afecto. Cuando explicamos historias a los más pequeños, además de educarles o enseñarles algún concepto (si la historia está pensada para ello), obtenemos un beneficio adicional: establecemos un fuerte vínculo de afectividad. A través de un cuento compartimos con el niño un espacio de fantasía que él aprecia y valora especialmente. Y de alguna manera, nosotros mismos acabamos siendo parte de la historia. Porque el cuento tendrá los matices y la fuerza que le demos a través de nuestra entonación, de nuestra particular manera de contarlo. Eso genera mucha complicidad con los pequeños, que querrán que les repitamos el cuento una y otra vez, exactamente con las mismas palabras, con las mismas inflexiones, sólo para disfrutar del momento.
Es un efecto que, si nos paramos a pensarlo, no nos resulta ajeno. Porque es exactamente igual a lo que nos pasó a nosotros de pequeños con los cuentos de nuestros padres y que esperábamos con impaciencia cada noche.

Para mantener el recuerdo. Es bueno que los pequeños conozcan a sus antepasados, que tengan una historia familiar y que conozcan toda la saga. Es bueno también que recuerden a los que ya nos han dejado y a los que han tenido un papel especial en sus vidas. Todo esto lo podemos contar también con las historias. Historias que haremos a medida y en las que los personajes y los héroes serán estos familiares a los que queremos recordar.
El recuerdo contiene siempre una importante dosis de distorsión. No nos debe preocupar aportar, además, una buena dosis de fantasía. Lo importante es asegurarnos de que lo mantenemos vivo.

Para establecer unas reglas. Otro aspecto fundamental en la comunicación con los niños es el establecimiento de normas o pautas de conducta. También aquí el código que utilicemos será crucial.
Es difícil que un niño entienda que debe despertarse a las 7.15, que tiene que estar desayunando a las 7.35 y que a las 8.00 hay que salir hacia la escuela. Se lo podemos repetir cien veces, que no lograremos mucho. Y recordar las normas cada mañana, al tiempo que nos enfadamos porque vamos con retraso, no ayuda mucho. ¿Cómo puede hacerse cargo un niño de lo que significa todo esto? Hacer un juego de todo ello es mucho más efectivo. Marcar en el reloj de la cocina una gran línea roja, jugar a acercarse a la línea, hacer de los últimos minutos unos momentos de máxima expectación y premiar con un punto la victoria, convierte la norma en un reto. Y hará que la recuerden y, sobre todo, la aprendan.
¿Que no estamos muchas veces para juegos? Debemos saber que si recurrimos a la norma explícita y a la bronca, no la acabarán de comprender. Sabrán que les están riñendo, pero no sabrán exactamente por qué, ni qué tienen que hacer para solventarlo. Es cierto que no todas las normas admitirán un juego, pero sí una dosis de fantasía, una metáfora o una pequeña historia. Y es bueno que lo hagamos, porque es su lenguaje, y lo que queremos es que nos entiendan.


CON OTRO LENGUAJE
1. Libros
'El niño con el pijama de rayas', de John Boyne (Salamandra, 2007). Un maravilloso ejemplo del funcionamiento de la lógica infantil, tan sensata y tan directa, y tan despojada de segundos sentidos y de malicia.
'Nuevos cuentos para antes de ir a dormir', del doctor Eduard Estivill y Montse Domènech (Planeta, 2005). Una extraordinaria herramienta para explicar conceptos y valores esenciales a los niños.
'Cuentos de todos los colores', de J. M. Hernández Ripoll y Aro Sainz de la Maza (RBA, 2004). De gran ayuda para acercar la multiculturalidad a los niños a través de los cuentos.
2. Películas
'La isla de Nim', dirigida en 2008 por Mark Levin y Jennifer Flackett. Narra la historia de una niña que acude a su héroe literario para salir de una situación límite. Una interesante metáfora de la traslación de las historias a la vida real por parte de los niños.

De: elpais.com

En este texto el autor nos muestra, una vez más, su capacidad innata para trasmitir sus habilidades en el arte de la comunicación, su exquisita sensibilidad para "llegar" a los pequeños.
Reglas aplicables también con los adultos, ya que como bien dice, "mover sentimientos es una clave esencial para fijar el recuerdo".
Un estupendo Artículo!!!

Reflexionando con humor....!!!!






Quino gana el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades

El humorista alcanzó un reconocimiento universal de la mano de Mafalda, que nació hace 50 años.
El argentino se convierte en el primer dibujante distinguido en la historia de los premios.


TEREIXA CONSTENLA Madrid 21 MAY 2014 


La niña que filosofaba nació de la pluma de un ilustrador que pensó en hacer dibujos mudos. Quino, el viñetista que hoy ha recibido el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, adoraba el arte silente de Buster Keaton. Por ese sendero siguió hasta que en una redacción de Buenos Aires le dijeron que el humor necesitaba palabras. Quino aceptó el consejo o la exigencia y llenó sus viñetas de nubes. A veces con diálogos socráticos, a veces con las palabras justas, como cuando Mafalda, la niña filósofa con sopofobia que convirtió a Quino en un dibujante universal, solo acierta a gritar: -¡Paren el mundo, qué me quiero bajar!
          Homenaje de Forges a Mafalda

Joaquín Salvador Lavado, hijo de emigrantes andaluces nacido en Mendoza (Argentina) en 1932, ya no dibuja. En uno de esos golpes nada graciosos de la vida, su vista se ha ido debilitando. Pero lo que ha dibujado antes es suficiente para arroparle para siempre. Él, un humilde patológico, es profeta en su tierra y fuera de ella. El Príncipe de Asturias se suma a una larga de lista de reconocimientos para el humorista, que coinciden con la celebración de los 50 años del nacimiento de Mafalda. Quino creó su gigante de seis años el 15 de marzo de 1962 para una campaña publicitaria para una marca de electrodomésticos que se frustró por el camino, pero el padre de la criatura prefiere fijar como fecha del natalicio el 29 de septiembre de 1964, cuando se publicó la primera tira en el semanario Primera Plana, de Buenos Aires.
La niña redicha de seis años apenas vivió una década en el papel impreso. Quino abandonó el personaje en 1973 sin que el personaje nunca le haya abandonado a él. A diferencia de otros creadores abrumados por sus creaciones, camina contento de la mano de Mafalda. Se siente acompañado, aunque hoy habría retratado una familia reconstituida, como confesaba en una entrevista de 2013. En su famosa saga han envejecido el contexto social (el papel de la mujer encarnado por esa contumaz cocinera de sopa que es la madre de Mafalda y Guille) y el político (la dictadura argentina, que causó el exilio del humorista, se desmoronó en 1983 para dar paso a una democracia) pero sus recetas existenciales siguen vigentes. Como las preguntas del idealista Felipe (“¿No sería hermoso el mundo si las bibliotecas fueran más importantes que los bancos?”) o las sentencias de la propia Mafalda (“Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra se acaba la diversión”).


                                        Viñetas de Rep, discípulo de Quino.

En su galería infantil, Quino aprisionó las grandezas y las miserias del mundo. El materialismo rampante (Manolito: "Todos somos iguales solo que algunos arriesgamos un capital"), el optimismo ante el mañana (Miguelito: “Yo, lo que quiero que me salga bien es la vida”) o el descreímiento insolidario (Susanita: “No es cuestión de herir susceptibilidades, sino de matarlas”). Esta vigencia pesó en la decisión del jurado del Príncipe de Asturias: "Al cumplirse el 50 aniversario del nacimiento de Mafalda, los lúcidos mensajes de Quino siguen vigentes por haber combinado con sabiduría la simplicidad en el trazo del dibujo con la profundidad de su pensamiento".
Quino, en una imagen tomada por su editor y amigo Mario Muchnik. / MARIO MUCHNIK

Al Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades,dotado con una escultura de Miró y 50.000 euros, optaban 22 candidaturas procedentes de 14 países. Junto a Quino, el primer dibujante que entra en la galería de estos galardones, los aspirantes que llegaron hasta la recta final fueron el periodista mexicano Jacobo Zabludovsky y el filósofo Emilio Lledó. El jurado que ha decidido el galardón estaba integrado, entre otros, por Inés Alberdi, Víctor García de la Concha, Adela Cortina y Luis María Anson.

El dibujante Quino, en Buenos Aires en 2012. / RICARDO CEPPI

Quino descubrió el dibujo gracias a su tío. "Yo heredé el nombre y el oficio de mi tío Joaquín. Ver que de su lápiz salían montañas, árboles, personas… me maravillaba. Todos los chicos dibujan, pero yo seguí. Estudié un poco en Bellas Artes y dos años después cometí el error de creer que a los 15 ya lo sabía todo y abandoné. De eso me arrepiento cada vez que puedo”, contaba en una entrevista con motivo de la publicación de su último libro, ¿Quién anda ahí? (Lumen), en 2013, casi seis décadas después de que se publicasen sus primeros dibujos. No volvió a dibujar a Mafalda salvo en ocasiones excepcionales, a petición de alguna organización solidaria como Unicef o en 1987, tras un fallido golpe de Estado de 1987 contra el presidente Raúl Alfonsín.


(Extraído de: El País del 21 de Mayo de 2014)

QUINO (Joaquín Salvador Lavado)


(Mendoza, Argentina, 1932) Humorista y dibujante argentino conocido internacionalmente por el personaje de Mafalda y por su aguda interpretación de la realidad social. En 1964 creó su personaje de cómic más famoso: Mafalda, la niña lúcidamente analítica que junto a su pandilla de amigos pondrá en clave de humor, con una inocencia demoledora, profundas reflexiones y duras críticas a la sociedad. Surrealista a veces, siempre inteligente y con un estilo de líneas sencillas, su contundente sátira le supuso graves problemas durante la dictadura argentina, hasta el punto de que acabó por abandonar el personaje en 1973. Ha recopilado su obra en libros como Mundo Quino (1967), Bien gracias, ¿y usted? (1976), Hombres de bolsillo (1977), Gente en su sitio (1978), Déjenme inventar (1983).

Quino
Hijo de padres españoles, fue bautizado con el nombre de Joaquín como su tío. Para no confundirle con éste, pronto recibió el apelativo de "Quino", su futuro nombre artístico. Estudió primaria en la escuela de Mendoza y posteriormente decidió inscribirse en la Escuela de Bellas Artes de esta localidad. Allí se editaba la revista Rico Tipo, en la que Quino soñaba publicar algún día sus creaciones.
Entre 1945 y 1949 quedó huérfano; abandonó la Escuela de Bellas Artes y decidió apostar por la profesión de dibujante humorista. Cuando cumplió los dieciocho años, Quino Salvador viajó a Buenos Aires, donde presentó sin éxito sus dibujos en redacciones de diarios y revistas. Años después, en 1954, el semanario Esto es le publicó su primera página de humor gráfico. Esta oportunidad le sirvió de plataforma para darse a conocer a otros medios, que pronto le incluyeron entre sus páginas: Panorama,Che, Leoplan y Atlántida.
En 1958 fue contratado para ilustrar campañas publicitarias. La empresa de electrodomésticos Agens apostó por sus dibujos y curiosamente le impuso que los nombres de sus personajes comenzaran por la letra M. El proyecto no cuajó y Quino guardó sus tiras de dibujos. Seis años más tarde aparecía el gran personaje de Mafalda. Las primeras viñetas se publicaron en Leoplan y posteriormente el semanario Primera Plana de Buenos Aires contó con los comics de Quino de una manera periódica. De esta publicación pasó a El Mundo.
En las navidades de 1966 se editó un libro que reunía por primera vez las tiras ordenadas. Pronto se agotaron los cinco mil ejemplares impresos. Un año más tarde salió a la luz Así es la cosa, Mafalda, editado también por Jorge Álvarez, que de nuevo comprobó su éxito comercial. Comenzaron entonces las traducciones a otros idiomas y apareció Mafalda la contestataria en italiano, con prólogo de Umberto Eco. Sus libros se editaron en España y Portugal, y a partir de 1970, en países como Finlandia, Alemania, Grecia o Francia.
Cuatro años más tarde, Quino viajó a Estados Unidos y posteriormente se instaló en Milán. En 1977, a petición de UNICEF, ilustró con Mafalda (y otros personajes ya conocidos popularmente), la Edición Internacional de la Declaración de los Derechos del Niño. Un año después recibió el Trofeo Palma de Oro, la más alta distinción del Salón Internacional del Humorismo en Bordighera. En 1982 fue elegido Dibujante del Año y se le otorgó el premio Konex de platino. En 1988 la ciudad de Mendoza lo nombró Ciudadano Ilustre.
Los galardones, homenajes y reconocimientos que ha recibido su obra son innumerables. En 1992, la Sociedad Estatal Quinto Centenario organizó en Madrid una gran muestra titulada El mundo de Mafalda, en la que, además, se exhibió un cortometraje realizado en Cuba por Juan Padrón. También  Mafalda llegó a las pantallas televisivas de la mano de D.G Producciones. En 1998 Quino recibió el premio B'nai B'rith Derechos Humanos. El 11 de diciembre de 2000 la Universidad de Alcalá de Henares le concedió el premio Quevedos de Humor Gráfico "por su significación social y artística". En 2004, por otra parte, se celebró el medio siglo de trayectoria del humorista, que entre otros reconocimientos incluyó la concesión del título de "ilustre bonaerense", concedido por la Legislatura de la capital argentina.

Quino está considerado como un humorista que ha logrado, con sus dibujos y comentarios, convertirse en un sociólogo y comentarista popular. En sus dibujos predominaban los trazos visuales, el claro perfilado y lo mejor del cómic: un mensaje muy elaborado. Según reveló el propio artista, su escuela la constituyeron los grandes humoristas argentinos. Entre ellos hay que destacar a Lino Palacio, del que heredó el manejo del tiempo y una temática amplia y universal; a Oski, a quien debe la disciplina de documentarse antes de dibujar; y a Divito, del que recibió lecciones de dibujo. Del artista Luis J. Medrano aprendió la importancia de la formación cultural del dibujante. De todos los humoristas, Quino considera al rumano Saul Steingberg el más influyente y mejor dibujante gráfico del siglo XX.

Extraído de:  Biografías y Vidas

lunes, 28 de julio de 2014

Tus zonas erróneas de Wayne W. Dyer


De los muchos libros leídos del Dr. Dyer, quizás por ser éste el primero que llegó a mis manos, y en un momento muy especial, hoy vuelvo a él.
Es un libro importante, para que aprendamos a deshacernos de las conductas negativas, que tanto nos afectan en determinados momentos.

Es una obra que estuvo por mucho tiempo en la lista de los best sellers del New York Times.

Cada capítulo está escrito, según el autor, como una sesión de Psicoterapia.
Una de las principales zonas erróneas de la que habla el autor, en el libro, es sobre el mal concepto que solemos tener de la autoestima y sobre la dependencia de la opinión de los demás, la necesidad de aprobación ajena, que puede llegar a ser un medio de manipulación.

En su capítulo final, nos da el "Retrato de una persona que ha eliminado todas las zonas erróneas", y nos dice "Es posible  que una persona liberada de zonas erróneas nos parezca un personaje de ficción, pero la liberación de los comportamientos autodestructivos  no es un concepto mitológico; más bien se trata de una posibilidad real. La posibilidad de funcionar plenamente está a tu alcance y una completa salud mental en el momento presente puede ser una opción."

Realmente, en nuestras manos siempre está la opción de decidir, lo que más nos conviene para nuestro bienestar.

Wayne W. Dyer

País: Estados Unidos
Nacimiento: Detroit, 10 de marzo de 1940

Pasó su infancia y juventud en orfanatos y hogares de acogida hasta graduarse. Tras pasar cuatro años en la Armada Estadounidense, obtuvo el título de Doctor de la Educación en la Universidad Estatal de Wayne y el de Doctor en Psicología en la Universidad de Michigan. Trabajó como profesor en la St. John´s University de Nueva York simultaneando este trabajo con una consulta privada de psicoterapia y con múltiple conferencias, cuyo éxito le llevaron a plasmar sus contenidos en un libro. Desde entonces, ha escrito varios libros, publicado en periódicos y ha aparecido en numerosas ocasiones en el servicio Público de Radiodifusión de Estados Unidos, además de continuar con sus conferencias. Vive en Hawai.

Defensor de la autosuficiencia del hombre, es autor de libros de autoayuda, dentro de la llamada Psicología Humanista.

 (Datos extraídos de: www.lecturalia.com)

Todos los libros y obras de Wayne Dyer

En busca del equilibrio
2014
Todo lo que puedas imaginar
2013
El cambio
2011
Piensa diferente, vive diferente
2010  
Vive la sabiduría del Tao
2010
Nuevos pensamientos para una vida mejor
2009
El poder de la intención
2004  
Caminos de sabiduría
2003
Diez secretos para el éxito y la paz interior
2002  
La fuerza del espíritu
2001  
La sabiduría de todos los tiempos
1998
Camino de la perfección
1997
Construye tu destino
1997
Evite ser utilizado
1995
La fuerza del creer
1995  
Tus zonas sagradas
1995
Tus zonas mágicas
1992
Felices fiestas
1986
La felicidad de nuestros hijos
1985
Los regalos de Eykis
1983
El cielo es el limite
1980
Tus zonas erróneas
1976  
Técnicas efectivas de asesoramiento psicológico
1975


Historias de personas decentes- Por la Dra.Natalia Trenchi


Hace unos días leí una columna de Arturo Pérez Reverte que, junto con algunos sucesos que nos ofrece la vida permanentemente, me dejó pensando. Lo primero que me despertó fue una profunda alegría por redescubrir por enésima vez que, a pesar de todo, las personas tenemos la potencialidad para hacer lo que está bien. En la nota relata el episodio real en el cual dos enemigos de una guerra, en plena batalla aérea y cuando podían y supuestamente debían matarse el uno al otro, se miraron y el que tenía más poder ayudó al otro a salvarse. Por supuesto que no lo contó a sus superiores para evitar ser castigado por una acción que con la lógica bélica era intolerable. Pero por suerte, hay otras lógicas y mecanismos humanos que permiten que estas cosas pasen. 

La misma situación que puede inflamar la crueldad en uno puede encender la compasión en otro. ¿Será que uno era malo y el otro bueno? Los investigadores se alejan de esta idea. No es cuestión de maldad intrínseca como algo estructurado e inevitable sino otros estados interiores que se encienden, según sea la situación. Hay un respetadísimo  investigador (Baron-Cohen) que explica los comportamientos crueles como resultado de un estado de erosión de empatía, lo que nos refiere a nuestra anterior columna.

No quedan dudas de que el debilitamiento del desarrollo empático nos pone en peligroso riesgo de considerar al otro como un objeto al que se le puede hacer cualquier cosa. Pero como los humanos somos complejos, no sólo la empatía juega en estas decisiones. Otra de las variables claves tiene que ver con la capacidad de pensar si algo está bien o mal, de acuerdo a nuestra propia conciencia y al querer hacer lo que está bien (aunque tengamos ganas de hacer lo otro o las condiciones nos empujen). Si logramos desarrollar esa capacidad interna es como incorporar a la persona con un “seguro de bondad”. Necesitamos desesperadamente enseñar a nuestros niños a pensar y sentir éticamente.

Me duele, me asusta, me enoja y me entristece ver cómo, como sociedad, les ofrecemos tantos ejemplos de pésimos ejemplos de comportamiento moral. Los focos van como desesperados a alumbrar lo incorrecto, lo deshonesto, lo cruel. Muchas veces ni una débil linterna alumbra a la cantidad de cosas buenas que hacen personas normales todos los días.

Muchos claman por “enseñar valores” a nuestros niños. ¿Saben qué? No sirve de nada pretender adoctrinarlos con frases rimbombantes que hablen sobre el respeto, la solidaridad y todas esas palabras bonitas. El desarrollo del pensamiento moral sucede de otra manera. En primer lugar, es un proceso que no va desde afuera para adentro sino todo lo contrario. Tiene que ser algo que empieza a construirse dentro del niño o niña, estimulado por lo que vive. 

Por ejemplo, les ayudamos a pensar éticamente cuando los ayudamos a entender las razones detrás de las reglas de comportamiento poniendo el foco en las consecuencias que ello produce en uno mismo y en los otros. No es la regla por la regla sino por motivos humanos de consideración y de respeto. Cuando la regla se viola, lo grave no es haberla transgredido sino las consecuencias que ello pudo haber traído a un ser vivo, sea uno mismo u otro.

Aprovechamos lo que pasa alrededor nuestro o lo que nos reflejan las pantallas para mantener conversaciones que promuevan la reflexión en lugar del consumo anencefálico de todo tipo de noticias. ¿Qué te pareció esto?, ¿cómo se habrá sentido esa persona? Estos intercambios deben ser diálogos reales y vivos, es decir, sobre hechos reales que estén llamando la atención en ese momento y que conciten cierta curiosidad. Ambos participantes, el adulto y el niño, van a pensar juntos, buscarle el sentido, tratar de entender o por lo menos ponerse en un lugar que entienda que nada es porque sí. El adulto no es el que da las respuestas “correctas” sino que ayuda a pensar, interesándose honestamente por el punto de vista del niño.
Estamos bien atentos a estimular comportamientos que reflejen que el niño está ajustándose a lo que cree que está bien, cuando está cuidando el bien común a la naturaleza.
Busquemos empecinadamente buenos ejemplos en la vida real. Muchas veces sin darnos cuenta, vivimos rodeados de gente que hace las cosas muy bien. Señalémoslo con admiración sincera. Por pequeño que parezca el gesto, pongámosle luz: “El vecino vino a ayudarme porque vio que venía cargada”, “Qué lindo gesto el de tu maestra que llamó a ver si estaba mejor”, “Mirá, un taximetrista encontró una billetera con dinero y buscó al dueño”, etc. Y rescaten del olvido a tantas personas que superan dificultades medianas y enormes y tantas que renuncian a una vida fácil por servir a la comunidad.
Tenemos que convencerlos de lo contrario a lo que están creyendo muchos de nuestros niños hoy: tienen que empezar a confiar que dentro de cada uno de nosotros vive la posibilidad de mejorar el mundo para todos, no sólo para uno mismo en los poquitos metros cuadrados en que nos movemos.
Los héroes de verdad, los de la vida real no son como los de los dibujitos. Esos son seres excepcionales con poderes especiales. Los de verdad son igualitos a nosotros, respiran y sienten como cualquiera sólo que tuvieron la fortuna de haber sido construidos para la empatía, las ganas de hacer el bien y el gusto profundo por mejorar el mundo desde el lugarcito de cada uno.


Otro hermoso Artículo que muestra claramente la sensibilidad de la autora y su forma de comprometerse con la realidad. Ese carisma que tiene para mostrarnos, en hechos, a veces simples, valores profundos. Y enseñarnos el camino para lograr una mayor empatía, un diálogo fundamental, especialmente con los más pequeños. Cuánta verdad en sus palabras... "Muchas veces ni una débil linterna alumbra a la cantidad de cosas buenas que hacen personas normales todos los días"...!




miércoles, 23 de julio de 2014

Un mar de emociones - De Francesc Torralba


Un libro, que desde la presentación -como para regalar o... regalarse!- invita a su lectura. Siguiendo por el título, que a mi gusto está muy bien elegido y, continuando por el Prólogo, que al leerlo, no pude dejar de recordar lo que Rodó decía en su Parábola: "Decir las cosas bien, tener en la pluma el don exquisito de la gracia...", ya que el autor en él, nos trasmite, con la mejor forma,  lo que quiere comunicar a través del libro... y es mucho... y es muy profundo!!

Y como quiero que vosotros también tengáis una idea cabal de este exquisito libro, les transcribo el Prólogo.



PRÓLOGO

Las emociones son la sal de la vida. Sin emociones no merecería la pena vivir. Emocionarse es experimentar en la propia piel que uno está vivo, sentir en la carne y en el alma las convulsiones de la vida, los meandros que dibuja la propia existencia, el fluir de los días y de las horas, descender a los abismos, para volver a escalar los picos más afilados. A veces, vivir es experimentar la pesadez de los días que pasan y que caen como gotas de plomo en un desierto, pero, otras veces, vivir es experimentar la gratitud infinita por el hecho de existir, el don inmerecido de estar ahí.
                       No es fácil expresar los latidos del corazón. No es sencillo poner los sentimientos en palabras. Encontramos un abismo entre el lenguaje del corazón y el de las palabras. Enlazar dos orillas es una tarea imposible, pero en esta imposibilidad consiste el oficio del escritor. Las pasiones no pueden encerrarse dentro de conceptos; éstas los resquebrajan, los hacen estallar, porque irradian tanta potencia que no hay palabra que pueda contenerlos.  Las emociones nos mueven, nos sostienen, nos hunden y nos elevan.
                      Somos seres apasionados. El pequeño barco que es cada ser humano flota, como la hoja caída de un árbol, sobre el mar de las emociones. En vano intenta controlar su propio curso. A veces, encuentra una mar rizada, empujada por una fuerza casi sobrenatural; otras veces, en cambio, parece muerta, quieta, le falta volumen e impulso. La hoja, además, no tiene capacidad para nadar a contracorriente. Flota sobre el mar y no controla su curso. Las emociones nos conducen, pero podemos pensarlas, podemos concebirlas, sabiendo que el corazón tiene unas razones que la razón no alcanza a entender.
                      Las emociones y los pensamientos se entrelazan. Son dos ríos que convergen en el  mismo mar. Forman el mismo caudal. Quien tiene sentimientos alegres, tiene pensamientos alegres; quien tiene sentimientos tristes, tiene pensamientos tristes.  Se da una unidad entre vida y pensamiento, entre pensamiento y sentimiento. Conocer a alguien es conocer lo que siente y lo que piensa, aunque lo que piensa y lo que siente fluye sin obstáculo, porque todo fluye en la vida. Tanto lo visible como lo invisible.
                      El río, como decía el inmortal filósofo presocrático Heráclito, el Oscuro, siempre es el mismo río, pero a la vez nunca es el mismo. A cada instante es distinto y, a pesar de ello, es el mismo siempre. También el mar es distinto a cada instante.
                       Zambullirse en el mar de las emociones es adentrarse en la condición humana, en la profundidad de lo que somos, de lo que sufrimos, de lo que sostiene nuestras vidas.  Es arriesgarse a conocer los insólitos límites  de lo que  somos, pero también enfrentarnos a lo que no nos gusta contemplar ni reconocer que sentimos. Existen emociones que hacen la vida más bella, más noble, digna de ser vivida, emociones que nos elevan  hasta la casa de los dioses, pero otras emociones emponzoñan el alma, ahogan el anhelo de vivir, envenenan el deseo de ser y de gozar y nos acercan a las puertas del infierno.  Somos una contraposición, un juego de opuestos, la afirmación y su negación.
                       No  he pretendido elaborar un diccionario de emociones, tampoco una breve enciclopedia de las pasiones humanas.  En este libro bellamente editado, presento un pequeño cuaderno de bitácora  para orientarse en el mar de las emociones. No he escondido debajo del tablero las emociones que ensombrecen la vida, la oscuridad que llevamos dentro y que nos convierte en artífices del mal;  tampoco he ahorrado esfuerzos para mostrar la luz que brilla en el corazón de toda criatura humana, esa luz que nos hace excelsos y casi divinos.
                       He intentado poner en palabras los caminos del alma, los movimientos del corazón; las pasiones que nos mueven y nos conmueven, las que nos llevan al llanto y al temblor, las que hacen que la vida merezca ser vivida y nos sintamos hermanos en la existencia, al menos, durante el breve periplo de tiempo que dura nuestra vida en este mundo.
                                                                                       FRANCESC TORRALBA             

martes, 22 de julio de 2014

Reflexionando con Ignacio Novo









Frases para cambiar tu vida de Ignacio Novo




Frases para ser feliz, frases para amar, frases para soñar.
Palabras de inspiración para lograr lo imposible, ser más sabio, tener equilibrio… Mensajes de todo tipo y condición que te harán reflexionar y, animado por la energía que desprenden, actuar en consecuencia para cambiar tu vida. Porque ese cambio que tanto deseas es posible.
En estas páginas encontrarás muchas citas y pensamientos de motivación y superación que te ayudarán a escoger con libertad el mejor camino a seguir. De la mano de grandes figuras como Gandhi, Oscar Wilde, Picasso,Fernando Savater, Coco Chanel, Michael Jordan, Woody Allen  oPaulo Coelho, podrás tomar acertadas decisiones para construir y desarrollar una vida  mejor, esa con la que siempre has soñado.
Regálate esa oportunidad y ten coraje. El esfuerzo merece la pena y además ¡tú puedes hacerlo!

Biografía de Ignacio Novo


Es periodista, escritor, locutor de radio y conferenciante, ha trabajado en diferentes medios de comunicación a lo largo de una dilatada trayectoria profesional que tiene ya tres décadas. En su última etapa ha estado más estrechamente vinculado al mundo de la comunicación empresarial, especializándose en proyectos de responsabilidad social, branding y patrocinio institucional y deportivo, y ejerciendo su tarea en una gran empresa de transporte. Su blog «Frases para cambiar vidas» tiene centenares de vistas diarias y, además, cuenta con cerca de 58.000 seguidores en las redes sociales Twitter, Facebook e Instagram. Su pasión por la motivación y la superación, y su pleno convencimiento en el poder del pensamiento positivo como una herramienta eficaz para el cumplimiento de los objetivos vitales del ser humano, le ha hecho profundizar en este ámbito que él define con el concepto de «entrenamiento vital».

sábado, 12 de julio de 2014

Nada por Obligación todo con Ilusión de Oriol Pujol Borotau




Prólogo

Este libro es una invitación al diálogo. El autor parte de la conveniencia de mantener un permanete diálogo con uno mismo; tal y como poéticamente había escrito don Antonio Machado ( "Converso con el hombre que siempre va conmigo"),  quien también nos advertía del enorme empobrecimiento que supone dejar de ejercitar ese diálogo interior ("Tan pobre me estoy quedando que ya ni siquiera estoy conmigo, ni sé si voy conmigo a solas viajando"). Oriol Pujol Borotau nos sugiere reflexionar sobre las principales preguntas que a él mismo le ayudan a seguir avanzando en el difícil aprendizaje del arte de vivir. Pero esta invitación al diálogo tiene una segunda dimensión: la imaginaria conversación que el lector puede tener con el autor, que nos ofrece su rica experiencia vital en el complejo proceso de descubrir y poner en práctica los principios y valores que ha ido integrando en su quehacer cotidiano. Éste es, para mí, el principal mérito del autor: el aliento que nos ofrece para mantener encendida la llama de este doble diálogo. Por ello, para las personas que acepten la invitación del autor, este pequeño libro está destinado a ser un buen compañero de viaje, al que se puede acudir periódicamente para reflexionar sobre nuestros comportamientos y procesos de cambio.
El libro tiene tres partes claramente diferenciadas. En la primera parte (capítulo I) Oriol Pujol nos explica el descubrimiento de los principios que guían su vida; descubrimientos que él ha hecho, sobre todos, en la India, donde ha pasado la mayor parte de su vida. En este primer momento el autor entabla un diálogo con el lector y le sugiere que reflexione sobre en qué medida comparte dichos principios o considera más importantes otros diferentes en esta etapa de su vida. En una segunda parte (capítulos II, III y IV), nos plantea los principales interrogantes a responder sobre la puesta en práctica de nuestros propios principios y valores, siendo conscientes de nuestras potencialidades y limitaciones y asumiendo la responsabilidad por nuestras decisiones. Por último (como Anexo), nos recomienda una serie de fantasías y ejercicios que él mismo practica y enseña desde hace muchos años, y que le ayudan a enfrentarse a las dificultades y problemas diarios.

Éste es un libro vivido y practicado por el autor que, ante todo, es un hombre de acción, en el sentido que le gusta utilizar a Vicente Ferrer, merecidamente conocido por su titánica lucha contra la pobreza en la India, en su libro El encuentro con la realidad. Oriol Pujol destila en estas páginas lo esencial de su rico aprendizaje vital. Estamos hablando de un especialista de la conducta humana que ha integrado teoría y práctica, bebiendo simultáneamente de las fuentes de Oriente y de Occidente. Este libro es un fiel reflejo de la práctica y del talante del autor. Oriol Pujol pone en práctica lo que explica en sus cursos y fomenta (a través de las preguntas adecuadas) que cada persona descubra sus propias soluciones. Por ello este libro puede cumplir una doble función. Para los que conocemos lo esencial de sus enseñanzas, el libro nos permite seguir profundizando en una metodología que ya hemos puesto a prueba. Y para los que se acercan por primera vez a estas reflexiones, el libro es un aliciente para contrastar libremente sus principios, valores y prácticas cotidianas, sabiendo que el autor se ofrece como leal «sparring» en el imaginario combate del día a día (eso sí, sustituyendo los golpes físicos por atinadas preguntas).

Por último, en nombre propio y de las muchas personas que han visto mejorada su vida a partir de que Oriol Pujol se cruzara en nuestro camino, quiero agradecerle muy especialmente el gran esfuerzo que ha hecho para, después de varios años de maduración, regalarnos este libro. En Oriol he descubierto una persona excepcional, a la que quiero y admiro por su actitud ante la vida y porque forma parte de esos hombres que, desde la integridad y la sencillez, son un ejemplo de cómo practicar la solidaridad real.
                                                                                                                                                                                                                                               MANUEL FÉREZ
                                                                                                   Profesor de ESADE

Quise transcribir acá el Prólogo de este libro, que recién llegó a mis manos, porque me pareció una buena síntesis de lo que el autor nos quiere hacer llegar a través de él. Además tiene algo que me parece muy importante: lo escribió alguien que fue su alumno, que le conoció, que compartió sus enseñanzas, que le admira y le quiere. 

Pienso que para los que -como yo- que conocí a Oriol Pujol a través de las enseñanzas compartidas por un amigo, Ferran Ramon-Cortés, que como Manuel Férez, llegó a conocerlo en profundidad, sentirán un placer muy grande al poder impregnarse, a través de cada página, de sus enseñanzas, de ser un poco "sus alumnos", de conocerle más.

Dejaré para más adelante -luego que lo lea detenidamente- para compartir todo lo rico y profundo que contiene.


viernes, 11 de julio de 2014

Oriol Pujol Borotau

Oriol Pujol Borotau nació en Barcelona y ha vivido la mayor parte de su vida en la India, donde reside habitualmente. Se formó como especialista en ciencias de la Conducta Humana en los EE.UU. (Instituto Gestalt de San Diego, California) y es en la India donde afirma haber aprendido a vivir la plenitud de la vida, integrando la meditación Vipassana, la Terapia Gestáltica y la Programación Neurolingüística.
Oriol Pujol Borotau imparte regularmente cursos sobre Desarrollo Personal, Liderazgo, Comunicación, Programación Neuro-Lingüística (PNL) en la Fundación EMI, ESADE, EADA dirigidos a antiguos alumnos y a directivos de las diferentes empresas colaboradoras, integrando metodologías orientales y occidentales.
Habitualmente participa en diferentes medios de comunicación concediendo entrevistas y reflexionando sobre diversos aspectos relacionades con la conducta humana.

(Extraído de: www.amateditorial.com)


El Maestro Oriol Pujol Borotau, falleció el 29 de Marzo de 2011, en Goa, la india.

sábado, 5 de julio de 2014

El lenguaje de los sentimientos


COMENTARIO DEL  AUTOR

Nuestros sentimientos son un sexto sentido, el sentido que interpreta, ordena, dirige y resume los otros cinco.  Los sentimientos nos dicen si lo que experimentamos es amenazador, doloroso, lamentable, triste o regocijante. Podemos describirlos y explicarlos de manera sencilla y directa, ya que no hay en ellos nada de místico ni de mágico. Conforman todo un lenguaje propio. Cuando hablan los sentimientos, nos vemos obligados a escuchar y a veces, a actuar, aun cuando no siempre comprendamos el porqué. No tener conciencia de los propios sentimientos, no comprenderlos o no saber cómo utilizarlos y expresarlos es peor que la ceguera, la sordera o la parálisis. No sentir es no estar vivo. Más que ninguna otra cosa, los sentimientos nos hacen humanos. Nos hacen, en fin, semejantes.
   Los sentimientos son nuestra reacción frente a lo que percibimos y a su vez tiñen y definen nuestra percepción del mundo. Son, en realidad, el mundo en el que vivimos.  Dado que buena parte de lo que conocemos depende de nuestros sentimientos, flotar a la deriva en medio de sentimientos confusos o vagamente percibidos equivale a sentirse avasallado por un mundo confuso.
   Mi objeto al escribir esta obra es explicar la naturaleza de los sentimientos: su significado, su manera de actuar, su origen, y por último, la forma de comprenderlos y utilizarlos. La explicación que propongo proviene tanto de mi formación profesional y experiencia en la clínica psiquiátrica, como de la familiaridad y conocimiento que tengo de mí mismo, los cuales, según confío, por ser aún incompletos, continúan aumentando. Durante el desarrollo de mis puntos de vista he llegado a adquirir la conciencia de mis propias limitaciones y por ello he tratado de evitar que ellos interfieran en forma negativa.  No pretendo proveer aquí la totalidad de las respuestas,  pero creo haber  adquirido cierto conocimiento de los sentimientos en el curso del tiempo. Intentaré, pues, formular aquí los conceptos formados en los términos más directos y sencillos posibles.
   El lenguaje de los sentimientos es el medio por el cual nos relacionamos con nosotros mismos.  Si no podemos comunicarnos con nosotros mismos, no podemos comunicarnos con los demás. Como he señalado, percibimos el mundo por medio de los cinco sentidos. Las impresiones sensoriales que nos llegan por dichos sentidos deben ser integradas nuevamente por cada uno de nosotros. La manera como cada uno percibe con un sentido determinado varía, pero no tanto como la manera como cada uno “crea un sentido” del mundo que percibe. Este proceso de integrar el mundo a nosotros a nuestra propia manera, es un proceso mental básico, así como también un proceso creativo.
   Nuestros sentimientos son la reacción a lo que percibimos por medio de los sentidos y dan forma a  nuestras reacciones frente a los que percibiremos en el futuro. La persona que lleva dentro una gran dosis de enojo no resuelto, por ejemplo, puede tender a hallar que el mundo que encara es un mundo también lleno de enojo y con ello justificar y perpetuar su propio sentimiento.
   Creo que de esto cabe inferir que el mundo es en buena parte el que nosotros mismos nos creamos. En realidad, el mundo se halla mucho más bajo nuestra influencia de lo que la mayoría de nosotros advierte. Cuando asumimos la responsabilidad de nuestros sentimientos, asumimos, además, nuestra responsabilidad frente a nuestro mundo. En la comprensión  de nuestros propios sentimientos reside la clave del dominio de nosotros mismos, la verdadera independencia, lo cual significa lograr el único poder real que merece ser obtenido. Si bien la idea implica que cada uno de nosotros actúa en forma autónoma, también significa que cada uno puede hacer mucho para reconstruir las piezas inconexas de su vida y llevarlas a una armonía. Sospecho, en verdad, que si cada uno aceptase la responsabilidad de poner orden en su propio mundo emocional, el mundo más amplio podría adquirir también mayor realidad, armonía y aun paz.
   Es mi esperanza que este libro contribuya a despejar el misterio que rodea a los sentimientos, permita en mayor medida reconocer y comprender lo que sentimos, muestre el origen de los sentimientos, así como su dirección, a fin de que se transformen en aliados, en lugar de enemigos de nuestro propio desarrollo normal. No es mi propósito proponer soluciones llamativas o sujetas a modas efímeras. El método básico es la comprensión, mediante la cual aspiro a que cada uno de mis lectores llegue a  adquirir una conciencia renovada de sí mismo.
   Hay mucho en estas páginas, sin duda, que muchos han pensado ya, o por lo menos, sentido con anterioridad. Intentaré aquí, no obstante, ordenar este material y darle con ello mayor utilidad, indicando cual es el lenguaje de los sentimientos sobre el que sea posible articular una sintaxis apropiada de las emociones.
   A medida que expresamos en forma más abierta nuestros sentimientos, tenemos menos necesidad de precavernos con cosas que hallamos amenazadoras en el mundo, ya que en lugar de ocultarlos, la persona abierta los utiliza como guía para interpretar el mundo que vive. Quienes confían exclusivamente en el intelecto para encontrar su camino en el mundo no tienden a estar tan en armonía con él como quienes utilizan sus sentimientos. Los más altos logros del hombre no se encuentran en la precisión de su ciencia, sino en la perfección de su arte. El arte del hombre es la celebración de sus sentimientos en su punto de mayor coherencia.
   No es posible captar la realidad sin tener en cuenta los sentimientos. Las abstracciones del intelecto y el razonamiento tienen importancia, pero cuando ellas pierden contacto con los sentimientos, abren el camino para los actos inhumanos y destructivos. Cuando perdemos contacto con nuestros sentimientos, perdemos a la vez el contacto con nuestras cualidades más humanas. Recordemos a Descartes y digamos, en una paráfrasis de su célebre frase: “Siento, luego, soy”.
   En este libro aspiro a crear un marco de referencia dentro del cual el lector pueda analizar sus propios sentimientos y su vida. Con ello espero asimismo proporcionar un elemento de guía que permita a los sentimientos hallar su expresión más natural de la manera más económica y socialmente aceptable y que en el proceso cuente con las mayores probabilidades de resolver conflictos y estimular su propio desenvolvimiento. Podemos manejar nuestros sentimientos en forma defensiva o bien constructiva. En la primera, nos volvemos hacia adentro, mientras que la segunda es un expresivo volverse hacia afuera.
   Todo lo antedicho es, como bien lo comprendo, una empresa altamente ambiciosa y por lo tanto, imposible de lograr en su totalidad, aun con las mejores intenciones. El lector podrá, según espero, aceptar las ideas y métodos propuestos aquí y utilizarlos como mejor le convenga para solucionar sus interrogantes,reunir los pormenores de su propia experiencia y con ellos crearse la mejor vida posible por y para sí mismo.
                                                                                           
                                                                                                        DAVID VISCOTT

Quise transcribir aquí la Opinión del Autor con la que inicia el libro, porque me parece que explica con total claridad el contenido del mismo. Hace bastante tiempo que lo leí por primera vez, pero siempre lo he tenido presente, quizás por lo importante del tema y por lo que de él nos enseña. Y creo que, como expresa casi al final, "Si todos siguiéramos los dictados de nuestros sentimientos, hallaríamos el rumbo que buscamos en realidad, sin dogmas, sin cultos, sin gobiernos y si gurú."  





David Viscott


Psiquiatra respetado y sumamente popular, David Viscott es autor de varios libros de éxito, traducidos a siete idiomas, y conduce programas radiales y de TV. (Extraído de la contratapa del libro "El lenguaje de las emociones" - EMECÉ Editores S.A. -1997)

Desde lejos, por la empatía por Natalia Trenchi




Escribo esta nota desde Edinburgo, donde estoy participando del congreso mundial de la WAIMH (World Association of Infant Mental Health), la asociación que nuclea a todos los investigadores y clínicos interesados en la primera infancia.

Participar de estas instancias permite una intensa inmersión en lo que se está investigando, descubriendo y haciendo en el mundo en la temática. Si me piden un resumen muy resumido, les diré que más allá de provenir de sociedades tan diferentes (hay desde ingleses hasta japoneses, alemanes, israelíes, finlandeses, suecos, estadounidenses, noruegos, rusos, italianos, etc.) y a pesar de realidades históricas, económicas y culturales tan diferentes, TODOS compartimos los mismos problemas. Todos tenemos niños abandonados por sus familias y todos buscamos, con éxitos dispares, el mejor remiendo de semejante herida.

Todos tenemos niños que nacen con discapacidades y que requieren de cuidados especiales, y eso produce un gran impacto en la vida de sus padres quienes muchas veces quedan malheridos y sin apoyo. Todos tenemos familias sometidas a un estrés social tan tremendo que la crianza de sus hijos se desvirtúa gravemente. Y todos estamos preocupados por la agresividad de nuestros chiquitos que no es más que el reflejo natural del clima emocional en que están creciendo.
Hay algo que queda muy claro y hay montañas de evidencia científica que lo sostienen: los humanos para desarrollarnos bien globalmente, necesitamos un combustible mágico y muy valioso que sólo se encuentra en la relación que tengamos con un adulto que sepa cuidarnos.
Saber maternar bien, significa lograr entender las claves que da el bebé y saber y querer responder a ellas. Significa ser capaz de devolverle el bienestar cada vez que algo (como ser el hambre, el frío, el dolor u otra cosa), lo perturbe.

Este cuidado de excelencia es posible gracias a que el cerebro de madres y padres cambia cuando nace su hijo y lo crían. Los investigadores nos mostraron increíbles imágenes de resonancias magnéticas que muestran claramente este cambio: maravilloso recurso de la naturaleza que produce una especie de "locura transitoria" que permite que nada importe más en el mundo que satisfacer las múltiples necesidades del bebé, aún a expensas de la postergación de las necesidades propias. Esto no sólo asegura la supervivencia sino el desarrollo de una capacidad muy, muy importante que es de lo que quiero hablarles hoy: la empatía, esa capacidad que nos permite conectarnos significativamente unos con otros, ponernos en el lugar del otro y entender que ese otro también tiene pensamientos y emociones.

Todos nacemos con la posibilidad biológica de ser empáticos porque tenemos unas células especiales que son las neuronas espejo, que forman parte de un sistema que genera en el cerebro propio lo que está pasando en el de otro. Ser capaces de registrar las emociones de los otros, nos permite entenderlos y evitar que ubiquemos a esos otros en la categoría de objetos.

Esta capacidad potencial con la que nacemos puede ser estimulada si nos tratan empáticamente desde que nacemos y pueden estropeárnosla, si se nos descuida o maltrata.
Es claro que buena parte de los males que nos aquejan como sociedad son el resultado de un debilitamiento gradual de la capacidad empática.
A todos nos preocupa la agresividad, el vandalismo, la crueldad. Nada de esto viene porque alguien nació malo sino porque se le erosionó la empatía. Y cuando eso sucede, los otros pasan a ser objetos y tratados como tales, descargando toda la frustración, el resentimiento y la violencia sin considerar el sufrimiento que provoca.

La erosión de la empatía puede tener muchas causas pero ninguna depende de los genes; todas dependen de cómo se trata a los pequeños. ¡Y eso puede y debe ser cambiado!

Necesitamos que los niños en sus primeros años, por lo menos, estén más en contacto con su familia, en un contacto cercano, tibio y razonablemente tranquilo.

No se puede crecer fuerte emocionalmente si nos abandonan y nadie nos rescata o si los que nos rescatan nos tratan mal. Tampoco si los padres tienen que volver a trabajar muy tempranamente o sencillamente vuelven a sus vidas de cuando no tenían hijos y dejan a los bebés al cuidado de otros que ni los quieren ni entienden. Tampoco si la mamá está deprimida y consumida en su tristeza, sin poder contactarse con el niño o niña. O si el papá es violento y grita o pega cuando se enoja. O si no hay para comer, para abrigarse o para estar tranquilos.
Si no logramos cuidar a nuestras familias nuevitas como cuidamos a nuestro auto o nuestro celular, vamos a seguir produciendo humanos que cosifican a los demás y por ende pueden agredir, dañar, destruir sin que ninguna barrera moral ni emocional los detenga.
Cómo criamos a nuestros niños desde el principio es lo que va a determinar el tipo de personas que serán. No importa nada si saben cuatro idiomas o son un as con la tecnología si no han aprendido a conectarse, respetar y valorar al otro como a sí mismos. No importa tanto que nazcan en una familia rica o pobre (si bien todo sería mejor si no existieran las diferencias), sino que los adultos que los crían sean capaces de activarles los circuitos cerebrales que forman parte del sistema de empatía. Y eso se hace con amor, pero no solo con él. También se hace con entrega, compromiso, interés y respeto por el niño.

No sirve de nada quererlos mucho, gastar mucho dinero en ellos si no tenemos el tiempo, las ganas y la dedicación de estar ahí cuando nos necesitan.

Afortunadamente, muchas personas saben hacerlo naturalmente sin haber leído ni una línea de un libro de crianza y sin tener idea de que existen las neuronas espejo. A otras, les cuesta más por diferentes motivos, algunos muy relacionados con los cuidados que como niño recibió de los adultos. A ellos hay que enseñarles, ayudarlos y guiarlos hasta que encuentren el camino.

Me voy de este Congreso con muchas ganas de implementar en nuestro país algunas estrategias de acción que nos ayuden a criar uruguayitos más empáticos. Voy a necesitar ayuda así que ya se enterarán.


Me parece excelente este Artículo de la Dra. Natalia Trenchi, siempre más que "preocupada", OCUPADA en dar cada vez más de lo que sabe tanto y lo comparte tan bien!!!