miércoles, 19 de junio de 2019

Día de los Abuelos en Uruguay



“Escuchen a sus abuelos”

La frase es del papa Francisco, y ha sido titular de una noticia del periódico esta mañana, y a las puertas del verano, toma un especial significado para mí.

Cada verano, por estas fechas, viajamos a la isla de Menorca, hogar de mis padres (los abuelos de mis hijos). Pero ellos ya no están. Mis hijos ya no pueden, en las calurosas noches de agosto, escuchar a sus abuelos. Y esto es para ellos una gran limitación. Añoro los años en que haciendo galletas en la cocina, o repasando álbumes de fotos, mis hijos se empapaban de anécdotas, vivencias, o conectaban con el siempre clarividente sentido común de los abuelos. Como también añoro los lejanos tiempos en que yo podía escuchar a los míos, en especial mi abuela materna, que fue poco porque nos dejó demasiado pronto.

Pero no todo está perdido, porque aunque mis hijos no pueden escuchar a sus abuelos paternos, ni yo a los míos, si podemos escuchar a los abuelos del pueblo. Es difícil dar sentido a muchas cosas de la vida, si no conocemos la historia. Y no podemos conocer la historia si no escuchamos a los mayores. En el bagaje cultural, pero sobre todo relacional y social, las historias de nuestros abuelos son fundamentales, y a menudo, especialmente en verano, tenemos demasiadas cosas que hacer, programamos demasiadas actividades, y los escuchamos poco.

Me he dado cuenta de que para mi hija –por ejemplo-, es difícil entender algunas cosas nuestras porque no conoce suficientemente nuestra historia. No conoce suficientemente cómo hemos llegado hasta aquí como familia, qué experiencias vitales hay detrás de los valores que compartimos, o qué decisiones hay detrás de los lugares a los que vamos. No tiene suficiente conocimiento de cómo se vivía en el pasado, o de quién y cuándo se construyó la casa en dónde veranea. Y es difícil valorar las cosas del presente, y entender las relaciones del presente, sin conocer de dónde vienen.

La vida en directo que hoy vivimos se está comiendo nuestra historia. Nuestras historias. Y esto nos empobrece como personas. No tiremos el móvil, no nos desconectemos de internet, pero escuchemos más a nuestros abuelos. A los abuelos. Es un regalo para ellos y una fuente de conocimiento y crecimiento para nosotros.

                                                                                                        Ferran Ramon-Cortés



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