POR PILAR SORDO
Psicóloga, columnista, conferencista y escritora chilena.
La verdad es que cuando me lo dijeron me hicieron conectarme con situaciones que yo estoy viviendo en estos momentos que me tienen caminando por mi libro “Bienvenido dolor” y que por estar triste me hago muchas preguntas en el día.
Esta falta de preguntas en lo cotidiano sin duda genera que nuestra sociedad sea más violenta, porque nos hace menos reflexivos y empáticos frente al otro.
El fenómeno de la violencia es muy complejo de analizar y tiene muchas miradas, sin embargo hay un espacio de actitud individual que sí puede ser utilizada y que pasa por lo que muchos llaman “mantener el centro”. Para esto, el espacio de preguntas parece ser clave en este proceso.
En general ellos planteaban que cuando uno está triste se contacta con los aspectos más importantes de la vida y por lo tanto la posibilidad de reflexionar se hace más consciente y aumentan las preguntas en forma natural.
Todos, en nuestros estados cotidianos tendemos a funcionar como en automático, desde que despertamos y durante el día, son pocas las preguntas que nos hacemos. ¿Qué te pones de ropa?, ¿cómo amaneciste?, ¿cómo estás?, ¿necesito cambiar el auto?, ¿tengo hambre, necesito comer?, ¿está feliz mi mujer, mi marido, mis hijos?, ¿soy feliz yo?, ¿mi hijo necesita un celular?, ¿necesita un cuarto par de zapatillas?, etc. Son muchas las preguntas que debiéramos usar todos los días para saber si uno está en plenitud o no y sobre todo me parece importante el tomar conciencia que al no hacernos las preguntas no nos estamos haciendo cargo de nada.
Es como sentir que cada día vivimos el día que nos tocó vivir y no el que nosotros estamos decidiendo. No decidir también es una decisión, que por supuesto nos lleva a la negación y a la evitación de mirarnos a nosotros mismos.
En realidad la profundidad de este tema es que el miedo nos hace llenarnos de miedos y evitar las preguntas no porque nos den miedo ellas, sino que lo que nos aterra son las respuestas, ya que con ellas y no con las primeras tenemos cosas que decidir y ejecutar y eso evidentemente la gran mayoría de las veces tiene altos costos emocionales.
El costo de la conexión con lo automático, genera violencia ya que nos descentra de nosotros mismos y es muy fácil perder el respeto por el otro y pasar la barrera del mal trato y desde ahí llegar a una situación que nos pone tensos, apretados y “sacarnos” de la línea de la salud mental adecuada.
Por eso los invito a realizarse varias preguntas al día. Tengo la sensación que muchos de ustedes se van a angustiar, otros tomarán conciencia que hace mucho tiempo que no se preguntaban nada y otros sentirán la maravillosa liberación de sentir que la vida que uno tiene la tiene que construir uno libremente y todo tiene que ser sometido a una pregunta independiente que yo sepa que hay cosas que tengo que hacer sin ningún espacio de libertad, el hacer que la decisión vuelva a mí parece ser un espacio sano y revitalizador de mi salud mental.
Ps. Pilar Sordo
(Extraído de EL OBSERVADOR)
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