domingo, 4 de noviembre de 2018
Reflexionando con Jaime Barylko
Caña sí, cedro no
Mi lucha en cuanto docente, escritor, hacedor de ideas, en contra la gente "poste", la gente que dice "ése soy yo, eso creo yo" y no da lugar a cambios; estoy contra la estructuración del ser humano en un estado definitivo, que impide que la persona crezca y la deja varada en los veinte o dieciocho años.
Pascal decía que el hombre es una caña pensante. ¿Por qué caña? Porque la caña es frágil, pero se pliega a los vientos, es distinta en cada situación, y eso significa ser pensante.
Desconcertante propuesta. Uno imaginaría que el ideal es ser alto y fuerte como el cedro, y no endeble y frágil como la caña que crece junto al río.
Sin embargo, hay una explicación: Cuando un duro viento azota al cedro, éste se inclina y cae; si le pasa eso a la caña, ésta se dobla, deja pasar el viento, y luego se endereza y sigue existiendo.
Caña y no cedros. Si fuéramos más caña, es decir más flexibles, con mayor disposición a cambiar de actitud, de mirada, de principios inclusive, sería más factible la comunicación.
Yo te escucharía, vos me escucharías, podríamos comunicarnos en algo que no es mío ni es tuyo, algo en común, algo para lo cual sacrifico mi posición (como la caña que abandona su posición y se inclina para un lado o para el otro) y me pongo de acuerdo con vos, que hacés algo semejante.
Lo que suele destruirnos no son los desentendimientos acerca de los grandes temas. No, en ese punto es fácil ponernos de acuerdo.
Fragmento del libro: VOLVER A CASA Un rescate de la familia
De: Jaime Barylko
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