Un museo para `Viven`
Los 16 sobrevivientes de la tragedia de los Andes crearon una muestra itinerante que llevará los valores de esta historia por el mundo. Montevideo será el punto cero de la recorrida.
Daniela Bluth
La primera vez que los 16 sobrevivientes de la tragedia de los Andes se volvieron a juntar tras los 72 días en la montaña fue en el casamiento de José Luis Inciarte, el 22 de agosto de 1973. Ese día "Coche", como todos lo conocen, contraía matrimonio con Soledad González Mullin, su novia desde antes del accidente. Aunque Soledad no viajaba en el Fairchild de la Fuerza Área Uruguaya que se estrelló en la cordillera, todos la conocían: ella le había prestado a su novio la cámara de fotos que registró muchas de las imágenes que los sobrevivientes tomaron cuando a su alrededor no había más que parte de un destruido fuselaje y demasiada nieve.
De esa parte de la historia pasaron más de 40 años. Coche tiene 65, tres hijos, nietos, varias recorridas a caballo por el lugar del accidente (la última le costó una caída y varios huesos rotos) y está jubilado como ingeniero agrónomo. Pero mantiene la memoria intacta. Esa memoria que le permite recrear sensaciones, vivencias, charlas, sonidos, aromas e imágenes. Esa que también le da fuerzas para seguir haciendo cosas, justamente, en memoria de los que no volvieron. En ese grupo, una mayoría integrada por 29 personas entre pasajeros y tripulantes, estaba Gastón Costemalle, su mejor amigo.
Durante estas cuatro décadas, la famosa "sociedad de la nieve" que nació en la montaña continuó viviendo en conferencias, libros, películas y una organización -llamada Fundación Viven- creada en 2006 por los sobrevivientes de los Andes con el objetivo de transmitir su experiencia. Por estos días, la Fundación, de la que Coche es vicepresidente, está por lanzar uno de sus proyectos más ambiciosos: un museo itinerante que llevará los valores de esta historia por el mundo, partiendo de Montevideo.
Hasta ahora sólo hubo muestras fotográficas. Nunca una exposición que mostrara todas las caras de esta historia que conmovió -y lo sigue haciendo- al mundo entero. Por ello, la idea fue evitar la concepción tradicional de museo como un espacio estático y con objetos detrás de un vidrio. "La fundación propone un museo itinerante que recorra el mundo y que además de contar esta historia vaya barriendo todas las experiencias de las personas que lo atraviesen", explica María Cristina Etchegoyen, gerente general de la Fundación. A través de recortes de prensa, testimonios, cartas y objetos, la finalidad del museo es transmitir valores, como el amor, el trabajo en equipo, la solidaridad y lo posible detrás de lo imposible. "A través de esta historia podemos plantar la semilla de que nada es imposible, de que hay historias de la humanidad que lo demuestran. Eso es fundamental", agrega Etchegoyen.
Cuando habla del proyecto, Coche lo hace con el mismo entusiasmo que tiene al explicar las fotos -aquellas que tomó con la cámara de Soledad- que tapizan las paredes de la Fundación, el impacto que genera la "marca" Viven en el mundo o la fuerza que ve en los familiares de los que fallecieron en el accidente. Ellos, los que no volvieron, dice, son los verdades protagonistas de este museo. Con la voz cascada y una cuota de ironía, advierte que la gente "está harta" de ver a los sobrevivientes. "Muchos incluso dicen que nos hemos vuelto millonarios...". Sin embargo, nada lo detiene ni le quita las ganas. "Hacer esto es una obligación en memoria de todos los que no volvieron, tengo una obligación con Gastón Costemalle, la obligación de hacer algunas cosas antes de ir a verlo a él", explica.
Interactuar y sentir.
El "pienso" del proyecto recayó en el estudio argentino A+C Arquitectura, con experiencia en museos itinerantes, como el del campeón de Fórmula 1 Juan Manuel Fangio y el de Porsche. De ellos surgió la idea de que el museo en sí mismo fuera un "objeto de atracción" donde la muestra "se recuesta".
El estudio creó una "estructura interactiva" que evoca, de manera abstracta, el fuselaje del mítico Fairchild Hiller FH-227. "Es una cinta construida en metal, con ángulos agudos, con quiebres dramáticos, que remite en paralelo al concepto de chatarra y de refugio que el fuselaje significó para los sobrevivientes", sintetiza Etchegoyen. Para emular las sensaciones, la estructura tiene las mismas dimensiones que el avión e incluso la inclinación con la que quedó apoyado en la nieve de la cordillera.
En esa estructura -fácil de armar y liviana- se apoya el contenido de esta historia, que se va narrando a partir de recortes de prensa de todo el mundo. Así habrá titulares y artículos no solamente en español, sino en idiomas que seguramente solo unos pocos identifiquen. "Eso habla del que este evento tuvo un impacto internacional, que fue una noticia de la que se habló en todo el mundo en simultáneo", explican. Entre los fragmentos de los diarios también se cuelan frases, testimonios, anécdotas. Además, mientras uno de los laterales exteriores tiene el aspecto del fuselaje real, el otro muestra la cronología día a día, desde el accidente hasta el rescate, 70 días más tarde.
Alrededor de esta estructura interactiva habrá seis vitrinas -con objetos y cartas- y cuatro mastabas (pirámides truncas) con los nombres de los sobrevivientes en cada cara y una tablet que permitirá ampliar la información en formato digital. A cuatro semanas de la inauguración, que será el 26 de julio en Portones Shopping (ver recuadro), el proceso de selección del material todavía no terminó. Entre los objetos seguramente estén aquellos que se volvieron íconos, como los lentes que hacían para protegerse del reflejo del sol en la nieve.
La selección de las cartas es aún más compleja, ya que se trata de misivas escritas en la montaña por algunos de los fallecidos a sus familiares. "Ellos cuentan lo que estaba sucediendo, incluyen el pacto de vida, hablan del amor a sus familias... Leyendo esas cartas uno entiende de qué valores estamos hablando", relata Etchegoyen.
La estética del proyecto también acompaña el ADN de esta historia. Los "techos" internos de toda la estructura evocan el cielo, las vitrinas tienen forma de "picos" con zonas transparentes simulando la roca y el hielo, y en la "quinta cara" (algo así como el techo exterior que se puede apreciar en espacios con doble altura) hay una gran imagen aérea de la zona del accidente con un solo punto rojo, marcando la ubicación del Valle de las Lágrimas.
Por estos días, nueve enormes cajas (en total 90 metros cúbicos) con la estructura desarmada aguardan en un hangar de la Fuerza Aérea el momento de ser trasladadas hasta la sala y empezar el proceso de ensamblaje. Luego de cuatro semanas de exposición en Montevideo, el museo cruzará el océano Atlántico rumbo a Gran Bretaña y al resto de Europa. "En lugar de seguir escribiendo libros vamos a hacer este proyecto para que recorra el mundo", resume Coche. Y junto con el museo, los 16 sobrevivientes se irán rotando por el globo para seguir manteniendo viva su pequeña gran historia universal.
La voz de los sobrevivientes
Desde que volvieron de la cordillera, sólo fue posible fotografiar a los 16 sobrevivientes juntos en cuatro oportunidades. Temas de agenda, familia, trabajo. Sin embargo, el compromiso de que cada vez que el museo pise un nuevo destino lo hará junto a uno de ellos no está en discusión. En el exterior, siempre habrá una conferencia de prensa para presentar el proyecto y un "recorrido acompañado" por un sobreviviente para un grupo de estudiantes locales. A diferencia de una visita guiada, la modalidad a la que apuesta la Fundación es a una caminata en la que los jóvenes interactúen de forma espontánea a través de preguntas, comentarios y debate.
Las cartas que sí llegaron
Durante los días en la montaña, Javier y Liliana escribieron cartas dirigidas a sus hijos y se las intercambiaron, por si alguno de los dos lograba sobrevivir. Liliana murió junto a otras siete personas en un alud, Javier volvió a Montevideo aquel 28 de diciembre de 1972. Como esas, hay decenas de cartas que están en proceso de selección para conformar el acervo del nuevo museo. Además, habrá objetos como los lentes que ellos construían y las botas con las que Roberto Canessa cruzó la montaña. "Son cartas y objetos invaluables, por lo que tenemos que cuidarlos muy bien", aclara María Cristina Etchegoyen.
A PARTIR DEL 26 DE JULIO
El Museo Itinerante se inaugura el 26 de julio en la sala de exposiciones de Portones Shopping, con el apoyo de Antel. Como parte de la propuesta, se organizarán recorridos con alumnos de liceos. "En este momento, que sentimos que en algunos sectores de la sociedad hay una depreciación de los valores. Tener la oportunidad de apoyar esta iniciativa que nos recuerda que un grupo de jóvenes uruguayos, con perseverancia, trabajo en equipo, luchando contra una situación muy adversa, se convirtieron en ejemplo del `sí se puede`, es muy significativo", explica Nelson Barreto, gerente general del shopping.
Extraído de: http://www.elpais.com.uy/domingo/museo-viven.html
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