jueves, 4 de septiembre de 2014
El adiós nunca es fácil - de Ignacio Novo
El adiós nunca es fácil y sobre todo cuando ha habido, y acaso aún hay, un poderoso sentimiento de por medio. Es extremadamente difícil cerrar (y no digo cerrar bien, sino simplemente cerrar) una etapa trascendental en nuestra vida y con ello despedir a alguien que durante mucho tiempo ha sido muy importante para nosotros. Pero a veces no queda más remedio que hacerlo por una cuestión de pura y simple supervivencia, porque si no lo hiciéramos, acabaríamos perdiéndonos a nosotros mismos, viviendo una caricatura de vida que no respondería ni a lo que deseamos ni a lo que en verdad somos.
No, no hay forma humana de decir adiós sin daño a quien con toda el alma se ha querido y tal vez aún se quiera…
¿No has notado mi falta? ¿Me extrañas, aunque sea un poco?
Sé que estás acostumbrada a que yo te busque, a que sea siempre yo el que inicie la conversación. Siempre he estado ahí para ti, haciendo hasta lo imposible por verte sonreír. Te he esperado mucho, demasiado tiempo, pero desde este momento mi corazón me ha dicho que deje de ser tan estúpido y no sufra más por alguien que no me valora.
Quisiera que desde ahora aprendieras a querer lo que te rodea, a apreciar los pequeños detalles que otras personas, con mucho amor, te regalan. Y aunque yo ya no esté allí.
No te deseo mal alguno, eso jamás, pero quisiera que sintieses mi falta, que sintieses lo mismo que yo sentí al echarte tanto de menos tantas veces. Quiero que veas que el mundo no gira en torno a ti, que no siempre tendrás lo que deseas, sino lo que tú te ganes, y espero que a larga comprendas qué es lo que realmente necesitabas.
Nota mi falta, yo sé que un día extrañarás mis llamadas a cualquier hora, mis tontos mensajes, mis exagerados celos, mi tímida sonrisa y mi mirada perdida en el abismo de tus ojos. Porque así es la vida ¿no?, una vez te alejas te das cuenta de todo lo que significaba esa persona que no estimaste y cuidaste cuando estuvo a tu lado.
Pero a pesar del dolor de lo vivido, yo estoy dispuesto a brindarte mi amistad y a perdonar todas las promesas rotas, estoy dispuesto a darte mi mano. Porque lo quiera o no, formas parte de mi vida, de mi vida pasada es cierto, pero de mi vida. Y al fin y al cabo, fuiste alguien que me enseñó muchas cosas que sé que en un futuro me servirán.
Y por todo ello gracias, vieja amiga… sabes que nunca te olvidaré.
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